Las piedras (que a veces alcanzan los 15 metros de altura y 4 de diametro en su base) presentan gran variedad de formas que se asemejan a personas, animales y otros objetos. Por ejemplo, algunos se parecen a hongos, otros a castillos, y hay otras formas que, aunque no recuerden a nada, sus singulares y caprichosas formas son de gran belleza.
La gente pone nombre a muchos de los bloques: el nombre de la forma a la que recuerdan. Gracias a esto se conocen ahora muchas de las rocas del valle.
Este valle no solo posee estas rocas de formas inimaginables. También una importante reserva forestal con extensos bosques de pino.
Aunque el hombre ha causado cambios en el valle, ninguno es tan significativo como para causar una alteración visible o verdaderamente destructora. La tala aceleró el proceso natural de erosión del valle porque desprotegió las rocas e hizo más drecta la acción de los vientos.
Según la época del año, los días son muy diferentes en el valle:
En julio y agosto son lluviosos y entonces se ve fluir el agua por un río no muy ancho que atraviesa todo el valle; el pasto húmedo y verdoso hacen un bello contraste entre las rocas y el cielo. A veces se observa una bruma blanquecina e inmensa; es la niebla que entra desde el horizonte. De pronto, no se puede ver ni a un metro de distancia y hace mucho frío, cuando uno está cerca de una roca ésta aparece y desaparece fantasmagóricamente, dando una sensación mágica; luego de unos minutos el clima vuelve a la normalidad, haciendo un calor abrasante. En la noche el frío es intenso al grado de que el pasto amanece escarchado.
En la primavera las noches no resultan tan heladas, el pasto es amarillento y el río está prácticamente seco.
Otra de las maravillas es poder observar en cualquier época del año cómo aparecen las miles de estrellas en el cielo, o ver la luna llena mezclándose con los pinos al aparecer.
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